Esa extraña sensación
de querer saber de él
sin que él quiera saber de ella
no tiene explicación fuera de su mirada,
fuera de esa mirada.
Y ella no para de pensar
de pensar e imaginar
cuantos ojos mirara,
cuantos besos robara.
Las lagrimas nublan la vista
al creerlo irreal,
al sentirlo distrito.
El deseo de ser parte es profundo
tan profundo
que engaña la razón.
Esa razón
que es sinrazón,
porque no hay camino obligado a caminar
ni olvido obligado a olvidar.
Creyéndose fuerte
intenta justificar su ausencia,
y no se da cuenta que no es momentánea,
que no es fugaz,
que es así porque es,
y nada mas.
Él mira de costado
con falsa humildad
creyéndose ajeno
ajeno a sus abrazos,
ajeno a sus besos,
ajeno a sus sueños.
Y por miedo nadie se lo niega.
Él no quiere ser parte.
Ella no quiere que le duela.
Hay mentiras que calman corazones
por mas mentiras que sean,
porque todos prefieren llorar por querer mas
que llorar no querer.